Aprovecho que ha aparecido en tedtalks el autor ( y también que lo he leído, claro) para comentar su libro.
Con este título el astrofísico Martin Rees nos presenta los peligros y posibilidades funestas del siglo en que estamos inmersos.
Comienza repasando cómo la "destrucción mutua asegurada" (MAD) de la bomba atómica cambió para siempre el curso de la historia, ahora teníamos en nuestras manos, para mal, nuestro destino.
Luego hay un segundo capítulo mucho mÁs inspirado sobre el progreso de la tecnología y sus saltos cuantitativos - acumulativos y por tanto predecibles con alguna certeza - y los cualitativos, impredecibles por su propia naturaleza. Parece que la idea de esta diferenciación es mucho más antigua de lo que uno podría sospechar pues el autor cita a francis Bacon haciendo esta distinción entre los descubrimientos de la antigüedad.
En varios de los siguientes capítulos avanza algo someramente entre las posibles causas de apocalipsis : nucleares, biológicos, errores de laboratorio, peligros naturales,cambio climático...- no entra exageradamente en detalles técnicos en ninguno de los casos .
Me interesa particularmente el referido a errores de laboratorio y que incide específicamente en una pregunta que hace figurar como título de uno de sus capítulos " ¿debemos frenar el avance de la ciencia? "-en este punto hace algo muy delicado y contrario a las ideas de Crick,del post anterior, suscitando una pregunta básica de nuestro tiempo y la que -para mí - es la cuestión central del libro:
"¿...será posible poner freno a las ciencias y tecnologías potencialmente amenazadoras e incluso renunciar por completo a algunos campos de la investigación científica?"
He de reconocer que estas palabras en boca de un divulgador y científico duelen e intimidan.
Duelen porque suponen para los aficionados (...entusiasmados-seguidores...) un jarro de agua fría sobre las ilusiones de un progreso constante, el mito de la ciencia como fuerza creadora y positiva que impulsa nuestra civilización hacia un futuro sin límites se arruga y deshace.
Para el ciudadano no interesado en ciencia puede supooner también una nueva era de agnosticismo , esta vez respecto a la ciencia (bueno tenía que introducir polémica en algún lado ¿no?)
Intimidan porque no las dice un lego, las dice alguien involucrado en la investigación y que - digamos - vive de ella.
Son afirmaciones que fundamenta sobre ejemplos más que desde posturas filosóficas profundas, salvo lo que llama 'la apuesta de Pascal' : por improbable que consideremos la existencia de un dios destructivo, lo racional es comportarse como si existiese - y llevar una vida devota- para prevenir un castigo infinito por un conjunto finito de acciones (no devotas) ...este principio lo aplica a los riesgos que deberíamos correr en la experimentación. La verdad es que al leerlo me he sentido entre desconcertado y defraudado. Sería deseable que hubiese encontrado otra forma de argumentación que resultase más cercana, recurrir a los infinitos nunca ha sido la forma más simple de aproximarse a un problema, tal vez es la forma de barrerlo subrepticiamente bajo la alfombra de la paradoja y llevar la discusión hacia lo metafísico.
en los últimos capítulos el hilo argumental no vuelve sobre este tema y se pierde un poco en el devenir futuro de la humanidad.
Entonces ...¿por qué recomiendo la lectura de este libro?
Primero : como decía Feynman (o era Ferm¡?) nunca subestimes el placer de escuchar algo que ya sabes. Escuchar las reflexiones sobre acontecimientos de los que lees a diario -peligro nuclear, cambio climático...) desde una perspectiva más reflexiva puede refrescar y aclarar ideas.
Segundo : el libro es una fuente genial de referencias para posibles futuras lecturas - no todos los libros lo son -. Por ejemplo la referencia a H. Moravec - ¿a alguien le suenan los moravecs y los rocavecs de Dan Simmons ?- , "The Future of Robot and Human Intelligence", el libro de J. Sulston "las grandes preguntas de la ciencia", la referencia al www.thebulletin.org, publicado por la fundación por la ciencia nuclaer de Chicago...
En fin a leer que son dos días
domingo, 25 de febrero de 2007
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