Como cualquier libro de su autor Bill Bryson, al que descubrí con 'viaje a las antípodas', libro de viajes por Australia, está lleno de vida, de humor y de reflexiones que como un poso van creando una idea general sobre los lugares y la idiosincrasia de los lugareños. Este libro narra los viajes del autor en el viejo Chevy de sus padres justo al final de la década de los ochenta, con R. Reagan en el poder en los Estados Unidos. Me ha recordado algo que decía Guillermo Fesser en 'A 100 millas de Manhattan' sabemos lo que los americanos nos cuentan de ellos mismos a través de cine y noticias, pero no tenemos idea - los que no somos viajados - de su día a día y de las colosales dimensiones naturales del país donde viven (y menos, añado, un isleño como yo). Además cuando uno habla de sí mismo lo hace de lo notorio, las grandes ciudades, los paisajes más impresionantes, los crímenes más terribles, los errores que nos marcaron; pero no de carreteras secundarias, pequeños rincones y las manías que nos caracterizan. Esto y más vas a encontrar en el libro de Bryson. Hay también dosis de mala leche y una fecunda labia para describir ese espacio interior imaginativo, tan imbricado con la realidad y tan absolutamente distanciado a veces. como cuando añade diálogos hilarantes que solo a posteriori reconocemos producto de su imaginación. Oculto tras muchas pequeñas críticas hay un amor por esos inabarcables espacios abiertos, la naturaleza indomable y esa historia común sumergida a veces por el afán de ganar dinero arrasando edificios victorianos de significación histórica o simplemente bellos rincones para ganar más dinero con cadenas de hamburgueserías y centros comerciales todos iguales unos a otros.
La inmensidad del territorio
"Vengo de 'Des Moines' , alguien tenía que venir de allí"
Un ejemplo de que la traducción literal no capta toda la idea - y menos la humorística -
Un ejemplo de que la traducción literal no capta toda la idea - y menos la humorística -
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