En esta jugosa obra presentada y dos veces prologada por su autor, la segunda de ellas con motivo de su reedición, encuentro el disfrute de la lectura primera de libros que nos cautivaron a
Y sin embargo, ni siquiera el maestro se libra de mirar hacia atrás de reojo y protegerse del aguacero de los lugares comunes. Huye de la santificación de los 'connoiseurs' de la literatura - en su mayor parte críticos de obras ajenas, añado - pero no puede evitar referirse a ellos muchas veces e incluso entrar en la refriega intentando refutar sus argumentos manidos. Y son estos los únicos momentos en que el libro se me ha hecho pesado, incluyendo las disquisiciones acerca de Borges y sus referencias, símbolos y mitologías. Para mí ya de por sí el maestro creador del Aleph y de las bibliotecas infinitas es demasiado elevado en sus mensajes y artefactos indirectos para entenderlo por completo, pretender desmenuzarlo me pierde por senderos tortuosos del pensamiento y me supera.Pero es defecto mío, añado (yo tampoco soy inmune a resguardarme de críticas, como ven) Fragmentos deliciosos del libro no faltan, entre ellas las comparaciones ambiciosas :
'En otro punto - el lector ya lo intuye- se asemejan filosofía y novela detectivesca: ambos son géneros amenazados de extinción, al menos en su forma clásica. Ni los grandes sistemas ni los grandes detectives tienen futuro: se desconfía de las explicaciones demasiado ingeniosas'
La infancia recuperada. Fernando Savater
Vivir de nuevo las historias, redescubrir pasajes e ideas y desempolvar fresca la memoria lejana : qué más se puede pedir a un libro sobre libros.
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