Este hombre es Tom Wolfe.
El autor de 'Lo que hay que tener' (the right stuff) conocida en su tremenda versión cinematográfica como 'elegidos para la gloria'.
El epítome de la elegancia impostada, con esos impolutos trajes blancos y guantes de cabritilla doblados con delicadeza en el bolsillo del lado izquierdo de la chaqueta, junto al corazón. El hombre de la mirada pícara que capta los matices y las ideas fundamentales del pulso de su época y los desnuda irónicamente para mostrar sus vergüenzas.Logra al mismo tiempo y de forma paradójica, hacerlos latir vivos, imperfectos y humanos, con sus impúdicos defectos a la vista.
Este hombre me ha sorprendido.
Y me he perdido. Perdido en la vorágine de descripciones de personas y geografías totalmente ajenas,antiguos viajeros al Oeste con tendencia a prohibir el alcohol, fundadores de ciudades y universidades como Josiah Grinnell, adustos congregacionalistas de Iowa convertidos en brillantes ingenieros, descreídos empresarios de la costa este recién bajados de una limusina, acostumbrados a sobrevivir y ascender en jerarquías voraces... perdido dentro de un artículo titulado 'Dos jóvenes que fueron al Oeste'.De pronto me percato : está describiendo el origen de Intel y por ende de Silicon Valley, dándonos a los pobres mentecatos que tan lejos vivimos de aquellas excelencias intelectuales un acceso privilegiado a la psicologia de aquellos pioneros de nuestra era digital : gente como Bob (Robert) Noyce, William Shockley,Gordon Moore,Ted (Martian Edward) Hoff...
Y las piezas encajan, tantos fuegos de artificio psicológicos y descripciones han valido la pena y se revela la potencia del autor. Breves pinceladas de la vida diaria 'petits faits vrais', como en otro texto de crítica literaria en el libro 'El periodismo canalla y otros artículos' él mismo denomina, han sido adecuados y necesarios para completar un cuadro donde se entienden personajes e ideas, donde el autor, aparentemente prolijo, ha aprovechado al máximo sus artificios literarios para lograr el máximo, describir la vida.
Poco más se puede pedir a un creador.
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