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jueves, 28 de marzo de 2019

Correspondencia

Hablemos de cartas.
De esos objetos físicos de liviano papel,a veces incluso perfumado, capaces de volar y unir lugares, mentes, incluso corazones.
Aquellos días donde sabías que una carta física de puño y letra de un amigo cruzaría el espacio siguiendo una ruta parecen arcanos.El género epistolar se diría neolítico cuando ya hasta los correos electrónicos suenan obsoletos.La mensajería instantánea avanza imparable, sea con la aplicación que sea.
En esto llegó a mis manos esta joyita.


Me llamaba la atención el personaje de Michelle Besso desde que leí, emocionado, las palabras que Albert Einstein le dedicó a su muerte en carta a su familia.
Ahora al leer esto, entiendo que he comprado el libro acertado.

'Ocurría que el jueves por la mañana, a una hora temprana a la que casi nadie venía nunca, un viejecito de barba blanca y de mirada muy dulce hacía regularmente su aparición en la ciudad de los libros.En su figura de profeta bíblico se leía el placer de encontrarse allí, entre sus amigos los libros, y de encontrar de nuevo ese olor indefinible de papel, de cuero y de polvo antiguo, después de haber tenido que desafiar,tal vez, el viento y la lluvia para no faltar a la cita, La vida y obra de los grandes hombres le apasionaban; a veces me hablaba de su gran amigo de Princeton. No sabría decir con certeza si nuestras conversaciones tenían lugar en italiano o en francés, lenguas que dominaba tan bien como el alemán; es probable que empleásemos la primera, ya que las cartas que de él tengo -se le ocurría escribirme entre dos visitas- están redactadas en italiano.Durante una hora o más, manteníamos mil conversaciones en las que la literatura y la historia ocupaban tanto espacio como las ciencias exactas. Después sacaba en préstamo uno o dos libros y se marchaba, pero no a casa, sino a un curso o a una conferencia.
Todavía hoy me pregunto cuáles son los cursos universitarios a los que Michelle Besso no asistió entre 1939 y su muerte.'

Esta figura de amigo íntimo del gran hombre de Princeton me intriga y con tantos libros nuevos que pululan por mis estanterías relativos...debería constituir un acercamiento más íntimo.
Lo disfrutaré.