Otros esperamos atentos sus crónicas para solazarnos en el placer del descubrimiento y compartir la angustia psicológica - que no física - de sus penalidades.
Por la fuerza desnuda y belleza de sus imágenes he comprado Shackelton, La odisea de la antártida:
Comencé por los de Javier Reverte y he continuado hacia el lado más aventurero y dramático del asunto.
Lo malo es que me pasa lo mismo que con mi colección de National Geographic, me limito a ojearlas e imaginar sus odiseas, soñar sus paisajes con envidia, para luego dejarlas reposar el sueño de los justos en un estante.
2 comentarios:
Disfruto asimismo con los relatos de expediciones o gestas exploratorias. Supongo que es un resto de mi antiguo gusto por los viajes en soledad que emprendí hace dos décadas. El que tiene alma de viajero, continúa siéndolo aunque se vea sometido a la más feroz cotidianidad hogareña.
Eso quiero pensar yo también.
Saludos.
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