Escarba en busca de corrientes subyacentes, como un zahorí de afilada intuición .
No sólo éso, es capaz de explicarse de forma clara y elegante, algo harto inusual.
En el Artículo que publicaba recientemente en El País destacaba cómo el cambio en la cultura sucede vertiginosamente, tal vez demasiado para que una generación de adultos, acostumbrada a un ritmo más lento pueda apreciarlo. En sus propias palabras :
[...]Las lágrimas derramadas porque los chicos no cojan un libro o no sepan valorar a Gerhard Richter impedirán ver la cultura que bulle en la red y donde, desde el net-art a las nuevas fórmulas narrativas, desde el rap o los grafiti, constituyen un sistema en el que la instrucción y el pensamiento crítico tienen mucho que hacer.
Definitivamente, el mundo no regresará a la despaciosa lectura bajo la luz de gas, ni a los conciertos de cámara, ni a El castillo, de Kafka. La cultura es lo que es y no son ellos, los adolescentes y jóvenes adultos, quienes se están ahorcando en su posible ignorancia, sino los adultos quienes, rezagados, vagan como zombis entre la melancolía de la desaparición.
En este caso, estoy en desacuerdo. Creo que los jóvenes leen más que hace diez años, cuando internet en nuestro país daba sus primeros pasos. El surgimiento de un nuevo medio ha obligado a fijarse en una pantalla que, no se engañen, no está sólo llena de música e imágenes en movimiento.
Es más, entre nuestros jóvenes hay miles, millones de creadores : poetas, rapsodas, narradores, investigadores. Sólo que son demasiados para clasificarlos.
Esperemos a ver las vueltas del futuro.
'La tecnología ha sido, y será siempre impredecible. Cuando las cosas parecen transcurrir plácidamente, según los cauces previstos , algún giro inesperado cambia las reglas de juego y deja sin valor las predicciones' .
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