He pensado en la ignominia de la psicosis persecutoria de Stalin y Beria, este último menos conocido, pero presentado por el propio 'Hombre de acero' a sus breves aliados nazis como 'este es nuestro Himmler'.
Me sumerjo ahora en un remanso de paz leyendo historia de Grecia de manos de Javier Negrete, Una delicia para el espíritu, no tanto por sus guerras incansables y traiciones constantes, sino por la lejanía temporal y el sentimiento genuino de 'causa primera' que fueron de tantas ideas contemporáneas.
También por las palabras y acciones de alguno de sus mayores líderes.
Es el caso de Pericles.
'Cercano ya a la muerte , los mejores entre los ciudadanos y los amigos que le quedaban con vida estaban sentados a su alrededor, hablando de su valor y poder y pasando revista a sus logros y a la multitud de trofeos (eran nueve los que como general había erigido en las victorias conseguidas en nombre de la ciudad). Comentaban unos con otros todo esto como si él hubiera perdido el conocimiento y no se enterara. Pero resultó que lo había oído todo, y en voz alta dijo que le asombraba que alabaran y recordaran aquellas cosas[...], y que en cambio no mencionaran lo principal y más hermoso
-Pues ningún ateniense vivo se ha puesto un manto negro por mi causa'
El contraste no puede ser mayor.
Cualquier líder mesiánico debería leer con atención los clásicos y meditar sobre su papel.
2 comentarios:
Casualmente estoy escuchando una serie de conferencias sobre el mundo griego, y también destaca la figura de Pericles. Alguien para conocer, sin duda.
Su discurso en honor a los difuntos debiera ser lectura obligatoria en la educación secundaria.
Saludos.
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