El hecho de ir comentando en twitter algunas de las peripecias librescas que voy pasando no debería eximirme de dar cumplida cuenta de la visita - las dos visitas -a la
Feria del libro de Santa Cruz en su nada más y nada menos que XXVI edición.
Sí amigos, más de un cuarto de siglo se gasta ya nuestra feria y además, consolida su ubicación natural : las amplias avenidas arboladas del parque de La Granja.Tengo recuerdos de cargar mis primeros tintines hace ya esos años en la verde jungla que era el parque, ahora algo más despejado.
La celebración conjunta de la feria en las dos capitales isleñas nos ha privado de gozar simultáneamente del espectáculo floral que, coincidiendo con las fiestas de La Cruz a principios de Mayo, hemos tenido algún afortunado curso. Hablando con un autor parece que la idea ha sido simplificar -¿abaratar?- la visita a las dos ferias capitalinas de los autores procedentes de península.
El día de inauguración de la feria - algo desolada, poca gente aún - coincidió con la visita de Javier Reverte. Lamenté no haber terminado ninguno de sus libros, de otra forma me hubiese comprado su 'Canta Irlanda' y hubiese pedido firma, pero es de las pocas reglas que me pongo para comprar : me prohíbo adquirir libros de alguien si ya le he comprado antes otro y no he sido capaz de finalizarlo.
En las casetas pocas novedades, salvo dos casetas dedicadas a restauración con mesas delante y muy cerca del escenario.Buena idea para prolongar los actos durante las veladas con conciertos. También otra caseta del 'Gobierno de Canarias' unida a la ya típica del Cabildo. Si pensamos la cantidad de libros que editan y luego saldan o regalan a bibliotecas, podríamos llegar a la conclusión de que se han constituido en benefactores del objeto libro. Luego vendría el análisis de los autores a los que publican...y deberíamos pasar a hablar de política, pero no apetece, hoy estamos de ánimo festivo.
Han desaparecido - o quizá ya lo hicieron el pasado curso y sólo las añoro yo- la clásica caseta de esperanto y otra muy socorrida de miniaturas, una ricura para lectores animosos y de vista hercúlea. En su lugar han aparecido una caseta bíblica y otra de facsímiles, procedentes de la editorial Maxtor. Las librerías exponen muchas novedades y bestsellers,
el pasado año las menté con mejor detalle, creo. Es curioso que donde más heterogeneidad pude encontrar es precisamente donde no hay ningún orden ni concierto sino desordenadas bolsas de mercadona repletas de libros.Efectivamente, en la caseta de las asociaciones de caridad.
Pasemos al botín :
Libros comprados en el puesto de la ONG (20 euros por todos)
La edición faxsímil de 1946 es más barata que la moderna edición de Alianza
Esta pequeña joyita - el primer número de National Geographic en España - en un rastrillo de romería(4 euros por todos)
Dos auténticas perlas de Dagobah Cómics.Con historia enrollada y de final feliz, además.(De estos no pongo el precio pues estropearíamos lo que de feliz tuvo el final ;)
La pila de la feria del libro.