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jueves, 14 de agosto de 2008

Cómo (no) hacer divulgación


Escribir un libro no es fácil.

Cristalizar las ideas, formalizarlas hasta alcanzar una respetable legibilidad y sintaxis, sin renunciar por ello a la inspiración que las guíe y les otorgue amenidad y atractivo es una ardua tarea.

Por ello criticar una obra de un autor primerizo no es muy elegante.

Una vez aclaradas las bases, critiquemos a placer ;)

Como dijo cierto científico, dejemos la elegancia a los sastres y expresemos las ideas de la forma más sencilla posible, criterio que desde luego no ha tenido en cuenta el autor.

Para hacerse una idea : el último teorema de Fermat y toda la maravillosa historia que lo rodea, está narrado con simpleza y concisión en 15 páginas del libro 'El universo de las matemáticas' de W. Dunham; el libro que nos ocupa se extiende casi trescientas.

Y no es que el tema no pueda alargarse mucho, sobre todo si tenemos en cuenta que ha sido un desafío para los matemáticos durante trescientos años. Otra cosa es intentar condensar miles de historias accesorias que han ido aconteciendo al paso de los años y los teoremas, mientras generaciones de matemáticos se estrellaban contra el breve enunciado de un desafío, intentando tender puentes a nuevas orillas del conocimiento.

El libro comienza con la infancia deAndrew Wiles, solventador del último teorema de Fermat, cuya biografía en wikipedia sigue de cerca un esbozo del libro de S. Singh.
El primer encuentro de Wiles con el teorema fue mediante el libro 'The last Problem' (seguro que Asimov tiene algún relato con este título) .

Tras hacer algunas equivocadas comparaciones y otras tonterías como citar erróneamente a A. Clarke :
Donde dice ...'Si un eminente sabio dice que algo es indudablemente cierto, existen muchas posibilidades de que eso mismo se demuestre falso'.

Debería decir ... 'Cuando un anciano y distinguido científico afirma que algo es posible, probablemente está en lo correcto. Cuando afirma que algo es imposible, probablemente está equivocado.'

S
e dispersa en capítulos posteriores desarrollando - algo desordenadamente - temas interesantes pero que no vienen al caso como el papel de la mujer en las matemáticas, la irracionalidad de pi, la vida de Galois, de Pitágoras, de Sophie Germain, números primos, Criptografía y números primos, los puentes de Königsberg, Euler y la teoría de grafos, la función zeta de rienmann, teselaciones del plano...

Todos estos son asuntos que ocuparían libros de por sí y que no ayudan a la comprensión de la hazaña de wiles, al menos no directamente.

Por fin llega a la conjetura taniyama-shimura.
Esta es la parte del libro que más me ha gustado, en parte por el desconocimiento que tengo de lo que significaba. La idea principal - y uno de los acicates de Wiles - es que demostrar algo de 'actualidad' en matemáticas, como era esta conjetura, conllevaba el premio de obtener el teorema de Fermat como consecuencia directa .

Además, estaba la cuestión de cimentar áreas de las matemáticas basadas en conjeturas - sí, las 'ciencias exactas' viviendo de conjeturas - en palabras del propio Wiles : 'construimos más y más conjeturas que se extendían más y más allá en el futuro, pero que serían ridículas si la conjetura de Taniyama-Shimura no fuera correcta'.

Ya que citamos a Wiles, uno de los defectos del libro, a lo peor debido al propio caracter reservado de Wiles, es la escasa relevancia de la palabra del propio protagonista : contando línea por línea, con algo de generosidad, suman diez páginas sus entrecomillados frente a las trescientas del libro.

En definitiva, se puede hacer un pastiche-refrito listo para publicar y lleno de tópicos que a todos nos suenan, sin complicarse mucho. Otra cosa muy distinta es tratar en profundidad logros matemáticos ateniéndose a la norma de 'no demasiadas ecuaciones' y resultar no sólo ameno, sino oportuno.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, amigo.

Déjame, con todos mis respetos, discrepar de tu opinión.

Yo también he leído este libro y no me pareció tan malo o no me dejó el sabor de boca que me deja el artículo.

Explica muchísimas cosas que jamás había leído en otros libros que hablan del tema. Desde la conjetura de Taniyama-Shimura hasta el suicidio de Taniyama, desde los pitagóricos hasta Galois.

A mí me quedó la idea de que el problema de Fermat formaba parte de la historia de las matemáticas; y cómo uno que estudió una rama de las matemáticas que no tenía nada que ver con teoría de números (las ecuaciones elítpicas) se encontró de frente con la receta.

En fin, para mí es un libro muy recomendable y entretenido.

Pero bueno, es una opinión :-)

Salud!

wraitlito dijo...

Efectivamente discrepamos.

Es verdad que la conjetura Taniyama-Shimura y los datos sobre la vida de Taniyama - y ya puestos cosas curiosas como la disposición convergente de los pasillos en donde se dió la conferencia con la primera demostración - no los he visto en otros libros.

También es cierto que abre boca con el momento estelar de la presentación de la primera prueba, pero desgraciadamente se pierde luego intentando abarcar demasiados tópicos, apuntando breves pinceladas sin desarrollar - sería imposible en un solo libro, desde luego -
Lo más grave, a mi parecer, es la falta de protagonismo del propio Wiles.

Saludos.

P.D. : por cierto, un placer verte por estos lares ;)

Anónimo dijo...

El placer es mío. ¡Qué menos puedo por mis lectores que leerles!

¡Oh!, casi se me olvida. Lo de "dejar la elegancia para sastres y zapateros", no es de Einstein, sino de Boltzmann.

Sale en la introducción del librito "La teoría de la Relatividad", del mismo Einstein y lo dice parfraseándolo.

Salud!

wraitlito dijo...

Gracias por la aclaración; hablando de Boltzmann ¿sabes que según John Stachel una de las guías del Einstein para dar con su relatividad era la termodinámica?
Saludos.

Anónimo dijo...

Me lo apunto, gracias ;)

Salud!