No voy a hablar del malhumorado personaje caracterizado por este grito.
Me referiré a la sangrienta campaña en el norte de África durante la segunda guerra mundial.
Mientras los servicios de inteligencia ingleses, tan superiores a los del eje, organizaban un movimiento de intercambio entre frentes, fintando desde donde asestarían el golpe a los nazis, mientras se preparaban falsos carros de combates, maniquíes, tuberías de transporte de agua de quitar y poner, falsos y auténticos campos de minas ... los soldados libraban un batalla perdida de antemano.
En 'El Alamein', John Latimer recoge :
'Comer y beber se convirtió en una obra de arte, una mano agitándose sobre la comida, la otra mano esperando, luego un rápido movimiento antes de que volviesen a picarte. Estaban alrededor de la boca, los ojos, el rostro, dondequiera que hubiese un poco de humedad.Se instalaron por docenas en el borde de una taza de café caliente.'
'El Octavo ejército impartió órdenes de que cada hombre debía matar al menos 50 moscas por día'
Desde luego, se mire por donde se mire fue una guerra sangrienta.
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