Alguna vez tiene que pasar.
Que la realidad se encuentre con la ficción.
Me encontraba yo plácidamente leyendo :
'[...]En Panamá los grandes hombres de negocios tienen esculturales secretarias negras ataviadas con decorosos uniformes azules de conductora de autobús. Tienen puertas blindadas revestidas de teca procedente de las selvas tropicales y provistas de tiradores de bronce, que sólo sirven de adorno pues el pestillo se abre desde dentro mediante un dispositivo electrónico a fin de proteger a los grandes hombres de posibles secuestradores'
'[...]A continuación Rafi se prueba su nuevo esmoquin, sin otro motivo que exhibirlo ante los demás clientes del viernes, que empiezan a congregarse en la sastrería con sus teléfonos móviles, sus humeantes cigarrillos, sus comentarios procaces y sus anécdotas heroicas acerca de negocios y conquistas sexuales.El siguiente es Arístides el braguetazo, quien como su apodo indica se casó por el dinero, y por eso sus amigos lo han erigido en algo así como un mártir del sexo masculino. '
'[...]Se aproximaba una políglota partida de doce hombres.Enardecidos comentarios en español, japonés e inglés resonaban sobre el martilleo de impacientes zapatos sobre el parquet. La partida avanzaba a ritmo político: mucha pompa y alboroto, y un continuo parloteo como si se tratase de colegiales en libertad después de una hora de castigo'
Efectivamente, se trata de 'El sastre de Panamá' de John Le Carré
Pues estaba yo disfrutando con las peripecias del pobre sastre cuando pasa esto : cae el cónsul por algo impropio de un 'macho latino'
Tenía que haberse venido a los carnavales de Tenerife.
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