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viernes, 29 de junio de 2007

Un ejemplo virtuoso

Los libros se reservan sorpresas.
Desde un estante olvidado, al rescatarlos, los devuelves a la vida y recuperas una mente que habla y se expresa.
A veces esta comunicación tiene una especial cercanía con el lector que se siente impelido a imitarla, a conocer este 'modo' especial de transmitir las cosas tan afín a sí mismo.
Cuando pienso cómo me gustaría escribir un libro, a quién me gustaría parecerme, se me ocurren numerosos ejemplos pero, siendo realistas y teniendo en cuenta mi carácter y formación, he descubierto un autor que podría ser un referente y maestro : Robert J. Sawyer.

Por ejemplo, en su libro 'El cálculo de Dios'.
Con un estilo directo y nada dramático, trata temas trascendentes, cuestiones que han influido sobremanera en mi desarrollo. Las clásicas preguntas que de niño hice y fui olvidando al crecer que no había contestado, aprendiendo a convivir con el misterio de la propia existencia inexplicada y el vértigo de no conocer el nudo de la propia esencia.
  • ¿Qué somos?
  • ¿ Tenemos un 'destino'?
  • ¿Existe algo en nosotros distinto de la materia?

Por el camino, interminables cruces de la línea - en este caso no definida claramente -, entre la ciencia explicativa, que reflexiona, consciente de su papel y en cierto modo, 'adulta' y la ciencia ficción.

De hecho el propio Miquel Barceló comenta que en el máster que da en la Pompeu Fabra usa este libro como ejemplo de 'los diversos niveles del lenguaje científico : la ciencia, la divulgación científica y la ciencia ficción'




Cuando sea mayor, yo quiero escribir como el Sr. Robert. Si lo consigo de joven tampoco hay problema ;)

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