A veces es necesario encontrar el punto exacto entre entretenimiento e información, entre los fuegos artificiales que deslumbran y la gota lenta que va calando hondo.
Y hay que reconocer que Sam Kean le tiene cogido el tranquillo a este delicado equilibrio cuando se trata de divulgación.
Porque uno se pregunta en primera instancia a qué diablos viene hablar sobre la vida extramarital de uno de los miembros del laboratorio de las moscas de Thomas Hunt Morgan , el sr. Calvin Bridges. Pero a medida que transcurre el libro y avanzas entre historias en el desentramado del monumental enredo de esta molécula autorreplicante complejamente urdida en torno a proteínas, con porciones anuladas por pequeños paréntesis de carbono e hidrógeno y se te cruza igual un hígado de oso blanco supersaturado de vitamina A que unos espermatozoides superenergéticos de chimpacé que nos dejan a los varones humanos a la altura del betún... a medida que se urde esta compleja trama finamente hilada en escalones paralelos que giran ascendentes se van equilibrando perfectamente las historias mundanas y las perspicaces observaciones científicas, como la que titula el libro, El pulgar del violinista. De los problemas de piel y retinales de N. Paganini y su promiscuidad a la sutil afección genética que le capacitó para ejercer extraordinarias piruetas con sus dedos logrando ser un insuperable intérprete.
Las más profundas ideas sobre nuestra verdadera naturaleza, presentadas con un envoltorio sugerente de cotilleo.
Porque ¿no está acaso en nuestra naturaleza aprender mejor lo que nos toca más de cerca? ¿Y qué mejor para aprender biología que introducirla en cada aspecto de la vida cotidiana de los protagonistas?
Se veía venir con 'La cuchara menguante' : qué maestro de la divulgación tenemos en Sam Kean.
viernes, 10 de mayo de 2013
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