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lunes, 27 de agosto de 2007

Lingua Tertii Imperii

A veces los libros deslumbran, descollan, enganchan desde la primera palabra.
Otras veces calan poco a poco creando un poso, una sima desazonante que debemos rellenar con su lectura.
De esta segunda clase es el libro que me ha sacado de la apatía de mucho leer y poco comentar.

La Lengua del Tercer Reich
es el título traducido, el original es Lingua Tertii Imperii o bien LTI

¿Cómo puede uno desde su ignorancia atreverse con un libro subtitulado 'apuntes de un filólogo'?

Bien, sin restar su parte al valor de la propia y atrevida ignorancia, está claro que el tema entra dentro de mis lecturas por la influencia de la trilogía de Primo Levi - por cierto comentado recientemente en historias de la ciencia - y en concreto de una frase que me chocó fuertemente: cómo en los Lager los nazis distinguían entre el verbo comer que usaban para personas y el verbo comer utilizado para animales que a su vez usaban con los judíos.

También por una preocupación muy actual : hasta qué punto el uso de un vocabulario y un tono en el discurso muestra o esconde las verdaderas intenciones de un grupo, de un individuo, de los poderosos.

Por fortuna el libro, como en muchos de los buenos artículo de F. Lázaro Carreter en 'El dardo en la palabra', entra claramente en la visión psicológica e histórica del uso de las palabras y del sentido general del discurso y no abunda en detalles excesivamente técnicos que se hubiesen vuelto intraducibles.
El propio autor aclara :

'¿ Por qué no reproduzco los apuntes del filólogo extrayéndolos directamente de los diarios más privados y más generales de los años difíciles ? ¿Por qué se condensa esto y aquello en un resumen general. Por qué se agrega tan a menudo una perspectiva actual , la de la primera época posthitleriana, al punto de vista de entonces?Quiero dar una respuesta precisa. Porque también interviene una intención determinada, porque no sólo persigo un objetivo científico, sino también uno pedagógico[...]'Añade algo más adelante una reflexión sutil pero rotunda, un golpe a las habituales convicciones sobre la propaganda.
'¿Cuál era el medio de propaganda más potente del hitlerianismo?¿Eran los discursos individuales de Hitler y Goebbels, sus declaraciones sobre este o aquel tema, su agitación contra el judaísmo, contra el bolchevismo.
Por supuesto que no, pues muchas de estas cosas no resultaban inteligibles por las masas o las aburrían por su eterna repetición.[...]
No, el efecto más potente no lo conseguían ni los discursos, ni los artículos, ni las octavillas , ni los carteles, ni las banderas, no lo conseguía nada que se captase mediante el pensamiento o el sentimiento conscientes.

El nazismo se introducía mas bien en la carne y en la sangre
de las masas a través de palabras aisladas, de expresiones, de formas sintácticas que imponía repitiéndolas millones de veces y que eran adoptadas de forma mecánica e inconsciente[...]

Pero el lenguaje no sólo crea y piensa por mí, sino que guía a la vez mis emociones, dirige mi personalidad psíquica, tanto más cuanto mayores son la naturalidad y la inconsciencia conque me entrego a él. ¿Y si la lengua culta se ha formado a partir de elementos tóxicos o se ha convertido en portadora de sustancias tóxicas'
(la negrita es mía)

Este párrafo me da auténticos escalofríos.
Me recuerda - salvando un abismal salto cualitativo - la reflexión de F.L.C. en 'el dardo en la palabra' acerca de la frase 'está ud. bien' o 'se encuentra ud. bien' con la que los protas de las pelis americanas suelen dirigirse a quien ha recibido un disparo y yace herido, denotando una hipocresía suma - quizá inconsciente - pues ¿qué puede ser más normal ante esta formal y educada pregunta que responder cortésmente 'perfectamente gracias' para expirar a continuación con el mayor 'fair play' del universo?

Otra profunda reflexión de este libro que puede invitarnos a pensar sobre nuestra propia época y a cada uno de nosotros íntimamente sobre nuestro yo:

'A menudo se cita un frase de Talleyrand según la cual el lenguaje sirve para ocultar los pensamientos del diplomático ( o de cualquier persona astuta o de dudosas intenciones). Sin embargo la verdad es precisamente lo contrario. El lenguaje saca a la luz aquello que una persona quiere ocultar de forma deliberada, ante otros o ante sí mismo, y aquello que lleva dentro inconscientemente.[...]Las afirmaciones de una persona pueden ser mentira pero su esencia queda descubierta por el estilo de su lenguaje'

¿De qué me suena todo esto ? Ah... ya caigo, pero claro, en este blog no comento política ;)

En definitiva un libro invita a pensar a girar la cabeza a nuestro alrededor y escuchar con atención, a permanecer atento a nuestras propias palabras cuando hablamos.

Habrá que seguir de cerca esta colección de libros denominada 'Alexanderplatz' de la editorial minúscula.

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