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Me he llevado una gratísima sorpresa al ver este volumen en una estantería casi inaccesible de una librería lagunera donde las empleadas derrochan la amabilidad que a su jefa le falta.
¿Habrá una ley de conservación de la amabilidad?
¿Será que el producto amabilidad*grado jerárquico es una constante?
En fin, la sorpresa no viene de que Nivola publique un libro sobre Hilbert pues ya hay varios recientemente editados como 'El reto de Hilbert' de Crítica, muy buenos.
La sorpresa viene de conocer a uno de los autores directamente.
Me he sentido importante. Vamos, por un momento, casi he visto los focos de la fama descendiendo impúdicos hacia mí.
Ensoñaciones aparte, conocí hace unos años a D. J.M.Almira, cuando en cuarto de carrera - desesperado -, acudí a él para que me orientase en el proceloso mundo de las variedades diferenciables, los fibrados tangente y cotangente y las representaciones de grupos de Lie.
Todo este batiburrillo formaba parte de una única asignatura de Física Fundamental que el Sr J.B. (no, no era un ron) nos hacía tragar sin tiempo a digerir para luego aplicarla a su bien amada teoría de cuerdas que nunca entendí.
Tenía JM un pelo cobrizo de color casi pelirrojo, un aire despistado y una conversación rápida, incisiva, vehemente. Recuerdo las pilas de libros de matemáticas de su 'poco organizada' habitación y la fenomenal colección de apuntes hechos a mano en la cara no usada de los folios procedentes de las reprografías que en apretados puños extendían sus letras hasta los rincones donde la reutilizada fotocopia no había llegado.
Los recuerdo entre otras cosas porque usé durante años fotocopias de los mismos, con sus precisas proposiciones, lemas, teoremas, demostraciones y corolarios, hasta escuetos dibujos de flujos donde flechitas se sobreponían con líneas y se mezclaban generosamente con símbolos que con el tiempo se han vuelto arcanos para mi entendimiento.
Los apuntes transmitían una sensación de trabajo abrumadora, de hecho, una vez le pregunté - iluso - qué hora del día consideraba más propicia para el estudio y me respondió ' yo estudio todo el día ' - vaya, como mis alumnos ;) -. Un hombre de los mejores de su quinta en la ULL - muy buena pues por ejemplo uno de sus colegas llegó a normaliano - y que de verdad no tenía problemas en compartir su afición (y erudición) matemática con casineófitos como yo, con esa llaneza que lo caracterizaba.
No tuvo problemas en discutir conmigo las consecuencias del ínclito teorema de Gödel aunque técnicamente se me escapara casi todo el meollo de tan espectacular resultado. (Estos días he entendido más detalles con el fantástico blog 'La Singularidad Desnuda')
Sobre el segundo autor J. C. Sabina de Lis, creo que también pasó por la ULL y tengo un librito suyo sobre geometría de curvas y superficies, escrito en un tono bastante legible; pero lo que le agradezco sobre todo, son unos apuntes en los introducía los problemas de Hilbert y que me hicieron sentir cómo, dentro de las matemáticas, había no sólo nobles cabezas, también corazones aventureros y mentes que miraban al futuro.
Definitivamente al conocer a gente como los autores, uno deja de pensar en libros cubiertos de polvo con aviesas letras griegas y comienza a descubrir el esfuerzo diario ,vivo de los que investigan en matemáticas .