Pero tenía un leve toque literario y era demasiado jugosa para dejarla pasar, era eludir una auténtica responsabilidad no comentarla.
El caso es que andaba yo por mi querida playa de san Marcos, previsto para la lectura sabatina, con libro nuevo y dispuesto a nadar luego bajo el sol de la tarde .
A esas horas, Lorenzo cae desde el acantilado hacia el mar para aparecer brevemente, si las nubes lo permiten, como una gloriosa esfera, dorada y naranja, parcialmente sumergida.
Los días finales de septiembre dan un brillo especial a la superficie del mar, como de ríos plateados vistos desde la distancia, rielando prístinos en cada vértice de la inmensa sábana azul en la cercanía.Con esta disposición cálida y poética me acercaba a la playa, un borde arenoso al pie del acantilado, escuchando acordes disonantes de una pequeña orquesta situada en el balcón de uno de los bares que asoma a la playa.
Los ritmos iban desde la salsa al reggaeton pasando por el hip-hip y el rap, todos y cada uno de ellos masacrados sin piedad por los ejecutantes (léase ejecutores)
Cuál no sería mi asombro cuando me percaté de que las letras hablaban de Dios y de los pobres pecadores - no, no lea 'pescadores'- : se trataba de un grupo de evangelistas que realizaron todo un despliegue de medios al representar una alegoría de lucha entre demonios (chicas con toga negra y cara pintada de colores ) y seres virtuosos ( un chico de toga blanca con banda roja y una chica de toga azul), al ritmo de canciones y gritos cuasi-exorcísticos.
A pesar del sol, noté un frío asombro y una cierta tendencia a que la mandíbula inferior no terminase de alcanzar la superior por más que me esforzara.
Y bien me dirán uds. ¿Dónde está esa parte literaria que da pie al comentario?... pues si recuerdan llevaba yo a la sazón un libro para pasar la tarde;
Tengo cierta idea sobre lo que habrían pensado de mi libro los que allí se reunían.
Créanme, a pesar del título, el libro no habla de ningún producto de la leche ;)P.D.: afortunadamente, el domingo la playa había regresado a su habitual trajín de flotador y bañadores.


